domingo, 2 de enero de 2005

El desafío del nacionalismo vasco

Me hubiera gustado comenzar este blog repasando en algunos artículos los principales acontecimientos del pasado año 2004. Por lógica, hubiera debido analizar el terrible atentado del 11 de Marzo. Posteriormente hubiera querido analizar las elecciones generales del 14 de Marzo, incluyendo las condiciones en que transcurrió la jornada de reflexión y las condiciones en que la ciudadanía se vio obligada a ir a votar. También habría que valorar los resultados salidos de esas urnas. Así como varias de las decisiones tomadas por el Gobierno elegido entonces a lo largo del pasado año. Todo ello quiero ir haciéndolo, poco a poco. Pero antes, por la magnitud política del tema, quiero empezar por desgranar algo de lo acaecido el 30 de Diciembre en el Parlamento Vasco.

La aprobación de un nuevo Estatuto Vasco, sin respetar las normas establecidas en la legislación vigente, es el mayor desafío del nacionalismo vasco. Un desafío a la legalidad vigente, ya que la incumple. Un desafío a la democracia en sí, ya que incumple los textos que democráticamente fueron aprobados, como la Constitución Española y el Estatuto Vasco de Autonomía. Un desafío a la unidad de España, contemplada claramente en la Constitución, y que el nuevo Estatuto quiebra. Un desafío a la soberanía del pueblo español, ya que el nuevo Estatuto contempla como vía final de solución la toma unilateral de decisiones. Un desafío a la misma sociedad vasca, la cual quedo cohesionada en torno al Estatuto de Autonomía, que fue aprobado por consenso, mientras que el actual Estatuto lo es solamente, en el mejor de los casos, de una parte de esa sociedad vasca, la parte nacionalista, y queda impuesto a la otra parte, la no nacionalista; ello divide a la sociedad vasca en dos partes prácticamente iguales en número, lo que resulta algo extremadamente peligroso cuando hablamos de algo tan importante. Un desafío a la unidad territorial vasca, ya que de seguirse la vía propuesta en el nuevo Estatuto no está garantizada la unidad de todos los vascos en torno a ese proyecto; más bien al contrario, todo apunta a que la provincia de Alava se desligaría de ese proyecto, camino que podrían seguir otros territorios, como, por ejemplo, determinados ayuntamientos.

En estos momentos, con este nuevo Estatuto, estamos viendo, como dije, el mayor desafío del nacionalismo vasco, en todos los frentes enumerados, y probablemente más aún. Es por ello que hay que tomarlo muy en serio. La democracia española tiene vías más que suficientes, apuntadas en la Constitución, para hacer frente a este desafío. Lo que hace falta es que nuestros dirigentes políticos, empezando por el Presidente del Gobierno, tengan la decisión de enfrentarlo, con todos los instrumentos que las leyes ponen a su disposición.

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