martes, 17 de noviembre de 2015

¿Hay que vender "Libertad", hay que vender "Occidente"?

Cuando leí el artículo de Luis I. Gómez en Desde El Exilio me vinieron a la mente el buenismo zapateriano y el pacifismo podemista, el primero intentando derrotar a Al-Qaeda con su "Alianza de Civilizaciones" y el segundo intentando derrotar al Estado Islámico con su "Consejo de la Paz". Y me duele decirlo, porque más que respeto (que también), lo que tengo por Luis es auténtico afecto, tanto como liberal como, aún más, como persona.

Sé que la comparación del texto (no de Luis, por favor no me malentiendan) con Zapatero e Iglesias no viene al caso, que es hacer un muñeco de paja para luego pegarle, pero es lo que pensé cuando leí el texto, y una vez que me he desahogado, ahora intentaré entrar en argumentos más serios.

Dice Luis que hay que vender "Libertad". Ya se intentó, por ejemplo en Iraq y Afganistán, y aquello salió tan mal que creo que ahora están peor que antes. Pero no solamente con intervenciones militares. También podemos hablar de países donde, sin intervención militar extranjera, la democracia y la libertad fracasaron de la manera más estrepitosa. Por ejemplo en Argelia, donde la democracia llevó al Frente Islámico de Salvación al poder, apoyado mayoritariamente, y que por su brutal fanatismo representaba un auténtico peligro para los países vecinos, Europa incluida, hasta tal punto de hubo un golpe de estado y lo ilegalizaron. El mismo camino recorrió Egipto, donde vencieron los Hermanos Musulmanes, depuestos e ilegalizados por un idéntico golpe de estado, básicamente por las mismas razones. Ahí está el claro ejemplo de Gaza, una democracia montada y financiada por Occidente, cuyos habitantes eligen una organización terrorista para que los gobierne. Son solo ejemplos. Están ahí Arabia Saudí, Irán, Qatar, y un largo etcétera de brutales dictaduras islámicas. Los "moderados" son Marruecos y semejantes, donde a los que apostatan del Islam les hacen la vida imposible en la sociedad (familia, amigos, trabajo, etc.), sin la mínima protección jurídica. ¿A esos les vamos a vender "Libertad"? Salvo una exigua minoría, perseguida por la mayoría, nadie quiere esa Libertad que nosotros tanto apreciamos.

¿Vender "Occidente"? Nos odian. Odian nuestro sistema de vida, nuestra forma de vestir, nuestra forma de ser, etc.

Pero es que en el caso del Estado Islámico se ha llegado al extremo. Han secuestrado a nuestros ciudadanos, les han asesinado vilmente mientras grababan la barbaridad y han hecho públicas las grabaciones tanto como han podido. Han extendido su territorio a sangre y fuego, torturando, asesinando, violando, oprimiendo. No tienen límite, y si simplemente nos cruzamos de brazos llegarán hasta nosotros.

Dice Luis en su texto que debemos abandonar la dialéctica del agresor, en la que caemos cada vez que enviamos bombarderos a más de 4000 kilómetros en misión de venganza. ¿Y qué debería haber hecho Francia (creo que es a quien se refiere)? ¿Lo que hizo Zapatero en Iraq? ¿Francia debía replegar sus fuerzas militares ante los atentados de París de un pseudoestado? Lo que ha hecho el Estado Islámico en París es lo mismo que hizo Al Qaeda en Estados Unidos, un acto de guerra. Y a la guerra se responde con la guerra, guste o no guste (a mí personalmente me repugna, hasta el punto que les he inculcado a mis hijos que jamás -¡jamás!- se alisten en el ejercito). Pero en un país libre, con ciudadanos libres que libremente escogen entrar en el ejército, hay que responder, repito, a la guerra con la guerra. Y esa respuesta de guerra no es venganza, es un concepto que se llama guerra justa, para vencer antes de que nos venzan, para matar (es duro, pero hay que decirlo así) antes de que nos maten, para si es necesario destruir (es más duro, pero también hay que decirlo tal cual) antes de que nos destruyan.

Dice Luis también que debemos exportar lo que nos ha traído hasta donde estamos: la libertad y la convivencia pacífica. Repito, no las quieren. La inmensa mayoría de los conflictos hoy en día son en países musulmanes, entre ellos mismos, porque es lo que han hecho desde que Mahoma creó esa brutal religión. Pero es que, además, esa libertad y esa convivencia pacífica de las que habla Luis son las que en muchas zonas europeas, de mayoría musulmana, ya no existen. Están imponiendo, en nuestra Europa, sus leyes religiosas allá donde se transforman en mayoría, sobre todo en la forma de vestir de las mujeres, particularmente sobre las más jóvenes.

Nos están invadiendo (las estadísticas son claras, tanto en inmigración como en nacimientos) en lo que se llama la invasión silenciosa. Ya dijo un líder religioso de ellos algo más o menos así: "Por medio de vuestras leyes os invadiremos, por medio de nuestras leyes os dominaremos".

Hay una realidad. No todos los musulmanes son terroristas, es verdad, pero es igualmente verdad que todos los terroristas son musulmanes. Y es una realidad brutal, que no nos gusta, que no queremos pronunciarla, que no queremos escribirla. Y hay otra realidad, tal vez menos brutal que esa, o tal vez más brutal aún. Los demás musulmanes, los que no son terroristas, salvo muy respetables excepciones, callan ante las barbaridades de los terroristas.

Ante todo ello algo hay que hacer. Y estoy seguro que no es vender "Libertad" y "Occidente". Es defender esa "Libertad" y ese "Occidente" frente a los que nos quieren robar ambos. Y eso quiere decir, por más que nos disguste, atacar a los que nos atacan, tanto a los que están lejos, en sus países, como a los que están cerca, en los nuestros.

Y todo lo anterior quiere decir guerrear en sus países contra los que nos han declarado la guerra, impedir que entren en nuestros países y perseguir por todos los medios a nuestro alcance a los que han conseguido entrar. Y para ello no podemos tener las más mínimas contemplaciones. Si tenemos esas contemplaciones más tarde o más temprano nuestra "Libertad" y nuestro "Occidente" simplemente desaparecerán a manos de ellos.

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