sábado, 3 de septiembre de 2016

La alternativa al "no es no"

Casi todos los que leo menos unos pocos (con los que concuerdo) cargan contra Pedro Sánchez por impedir que Mariano Rajoy sea Presidente. Pero en este caso el problema no es ni Pedro Sánchez ni los socialistas. El problema es el sistema de elección mismo. ¿Nadie pudo anticiparse a esta posibilidad cuando se escribió la Constitución? ¿Por qué, entoces, para salvar (momentáneamente, eso sí) una clara laguna constitucional se quiere obligar a un partido a votar en contra de, por ejemplo, lo que han decidido los votantes que le apoyaron? Sí, ya sé que es totalmente común esos incumplimientos. Hasta en Ciudadanos, que ya es decir (en la campaña de la anterior elección dijero que no apoyarían a Sánchez, y ya vimos lo que pasó; en la última campaña asegurarón que no apoyarían a Rajoy, y ya hemos visto lo que ha pasado). Pero que los incumplimientos ya estén asumidos no los justifica. Y aunque los socialistas permitieran a Rajoy salir adelante con la investidura, eso no sería más que una solución temporal hasta el próximo problema similar.

Y antes de seguir quiero aclarar algo. No me gustan ni Pedro Sánchez ni el PSOE. De hecho me gustan incluso menos que Mariano Rajoy y el PP (que ya es decir). Lo digo por si las moscas.

Pero, independientemente de gustos, hay que buscar una solución definitiva. Y esa solución no puede ser otra que una palabra que por tan utilizada cada vez pierde más su sentido. Democracia. Gobierno del pueblo. Decisión de los ciudadanos. Tan sencillo como implementar una doble vuelta. Para todo. Concejales, alcaldes, diputados autonómicos, presidentes de autonomía, dipitados nacionales, Presidencia del Gobierno. Distritos individuales, necesidad de 50%+1 para ganar, y de no conseguirse eso una segunda vuelta un mes despúes entre los dos más votados. Eliminar el Senado y si se quiere subir la cantidad de diputados a 400, 500 o incluso 600.

Se puede. Es sencillo, casi simple. Pero claro, eso acabaría con la partidocracia para siempre, dando un mayor poder a los ciudadanos. Y de paso casi acabaría también con los pequeños partidos, que jamás apoyarán algo así. Pero daría gobernabilidad, una gobernabilidad que estaría en manos de quien debe estar, repito, los ciudadanos, que tal vez así pasarían a serlo en vez de ser simples votantes.

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